"...En los años 70,
Henry Holguín, ex director de la revista Vea, sorprendió a los lectores con un
reportaje en la revista Cromos en el que anunciaba el descubrimiento de la
machaca, animal cuya picadura se tornaba mortal si la víctima no hacía el amor
en las siguientes 24 horas.
Todo empezó hace muchos años en un pequeño pueblo del Putumayo el cual celebraba las fiestas anuales, un par de periodistas que fueron enviados a cubrir la nota llegaron un día tarde a la dichosa celebración y no teniendo que decir a sus editores iniciaron un periplo por el pueblo tratando de descubrir algo que fuera interesante, la suerte les llevo a una pequeña exposición de artesanos los cuales exponían y vendían entre muchas cosas mochilas, vasijas, collares, en fin...
Entre aquellas cosas los periodistas encontraron un insecto que nunca habian visto antes, y preguntaron ¿qué era eso?; el vendedor no se sabe de donde o porque, les dijo que se llamaba La Machaca (Fulgora lanternaria) y que era un bicho muy peligroso, porque su picadura era mortal.
La única forma de evitar morir era hacer el amor dentro de las 12 horas siguientes a la picadura.
La historia la contaron por el periódico e inmediatamente se desato una epidemia de picaduras de machaca, tan así, que se reporto el caso de unas monjas que prefirieron morir antes que acudir al tratamiento.
Esto fue hace cerca de cincuenta años y aun se habla hoy en dia de accidentes por machaca aunque con un toque de malicia y buen humor, en ciertos círculos de la sociedad colombiana. vale la pena aclarar que los fulgóridos en general son insectos totalmente inofensivos y que a pesar de las aclaraciones del caso, hechas por parte de los expertos en la materia, muchos colombianos deben su boda a este historia..."
Todo empezó hace muchos años en un pequeño pueblo del Putumayo el cual celebraba las fiestas anuales, un par de periodistas que fueron enviados a cubrir la nota llegaron un día tarde a la dichosa celebración y no teniendo que decir a sus editores iniciaron un periplo por el pueblo tratando de descubrir algo que fuera interesante, la suerte les llevo a una pequeña exposición de artesanos los cuales exponían y vendían entre muchas cosas mochilas, vasijas, collares, en fin...
Entre aquellas cosas los periodistas encontraron un insecto que nunca habian visto antes, y preguntaron ¿qué era eso?; el vendedor no se sabe de donde o porque, les dijo que se llamaba La Machaca (Fulgora lanternaria) y que era un bicho muy peligroso, porque su picadura era mortal.
La única forma de evitar morir era hacer el amor dentro de las 12 horas siguientes a la picadura.
La historia la contaron por el periódico e inmediatamente se desato una epidemia de picaduras de machaca, tan así, que se reporto el caso de unas monjas que prefirieron morir antes que acudir al tratamiento.
Esto fue hace cerca de cincuenta años y aun se habla hoy en dia de accidentes por machaca aunque con un toque de malicia y buen humor, en ciertos círculos de la sociedad colombiana. vale la pena aclarar que los fulgóridos en general son insectos totalmente inofensivos y que a pesar de las aclaraciones del caso, hechas por parte de los expertos en la materia, muchos colombianos deben su boda a este historia..."
LA MACHACA ME LA
INVENTÉ YO
En los años 70
logró atraer hacia Colombia la atención del mundo cuando dijo, en Cromos, que
había encontrado al criminal nazi Martin Bormann en plenas selvas del Putumayo.
Casi al mes, descubrió la machaca, un insecto que mataba a quien picaba, si
este no hacía el amor en las siguientes 24 horas. El país entero enloqueció con
el cuento: salieron camisetas, llaveros, canciones y unguentos, y no había un
pueblo donde no hubiera una fuente de soda, bus o motel que no llevara ese
nombre: La Machaca .
En los años 70 logró atraer hacia
Colombia la atención del mundo cuando dijo, en Cromos, que había encontrado al
criminal nazi Martin Bormann en plenas selvas del Putumayo. Casi al mes,
descubrió la machaca, un insecto que mataba a quien picaba, si este no hacía el
amor en las siguientes 24 horas. El país entero enloqueció con el cuento:
salieron camisetas, llaveros, canciones y unguentos, y no había un pueblo donde
no hubiera una fuente de soda, bus o motel que no llevara ese nombre: La
Machaca .
En enero de
1972 cubrió la toma guerrillera de San Pablo (Bolívar), por el entonces
comandante del Eln, Fabio Vásquez para Cromos. Su relato pasó a la historia en
la Antología de grandes reportajes colombianos, de Daniel Samper Pizano.
Luego de
chiviar a todo el mundo y de alcanzar la celebridad en Cromos, Henry Holguín
pasó por Vea, El Bogotano, regresó a su Cali natal, estuvo en Super, trabajó en
Guayaquil (Ecuador) por algunos años. Volvió y su carrera continuó en periódicos y
emisoras caleñas, hasta que el resto del país lo fue olvidando, durante los
últimos 25 años.
Hace poco
regresó a Cromos y la semana pasada lo nombraron director de Vea, revista donde
intentará, de nuevo, revivir sus mejores épocas de exitoso reportero de crónica
roja.
Fernán
Martínez Mahecha, compañero de Holguín en El Pueblo de Cali, lo describe como
un animal para husmear la noticia: Va a hacer un reportaje y trae cuatro. Va a
cubrir una tragedia aérea y en el camino se encuentra una manada de garzas en
un árbol, les hace tomar fotos y escribe tremenda nota: Descubrimos dónde ponen
las garzas! .
Fue mentira.
Pero, desde
sus descachadas con las historias de Bormann, que no era más que un inocente
anciano alemán radicado en la selva, y con el descubrimiento de la peligrosa
mariposa, lo persiguió la fama inventor de fantasías periodísticas.
El admite que
se inventó la historia de la machaca. Fue mentira de principio a fin. Era como
para sacar la pata por lo del nazi y, sobre todo, por la competencia con Juan Gossaín,
pero no pensé que fuera un éxito periodístico. A la semana siguiente, en las
calles había hasta bailes sobre la machaca. Pero un científico demostró que el
maldito bicho no picaba .
A Juan
Harmann, el presunto criminal, el cronista le encontró 31 coincidencias. Entre
ellas, la fecha y el lugar de nacimiento, que habían peleado en la Primera
Guerra y que ambos tenían una cicatriz que les dejó una herida de bala debajo
del ojo derecho.
Holguín hizo
encerrar a Harmann en Pasto y la prensa de todo el mundo fue hasta allí. Pero
cuando llegaron las huellas dactilares se comprobó que no era. Todos me querían
matar. Yo aún insisto en que es él. Porque, qué carajos hace ese viejito allá
en la selva escondido? De todas maneras, fui portada de varios periódicos
internacionales que titularon: Este encontró a Bormann .
Los límites
entre realidad y ficción nunca fueron problema para Holguín. Martínez Mahecha
recuerda la vez, en Cali, que resultaron en medio de una balacera durante el
asalto a una joyería. Se protegieron bajo un jeep y uno de los atracadores cayó
herido a su lado, con un revólver en una mano y
un montón de joyas en la otra. De repente, el hombre soltó el arma, el fruto
del robo, los miró y blanqueó los ojos.
Holguín se
justifica: El que busca lo fantástico por fuera de la realidad es que no tiene
imaginación. No hay necesidad de inventarse nada , afirma.
Nacido en
1949, se inició en el periodismo a los 13 años en como reportero en la cadena
Todelar, en 1966 se vinculó a RCN y 1968 a El Occidente.
De Todelar
recuerda esta fenomenal metida de pata. Cubriendo un accidente de un avión de
la FAC, concluyó su informe diciendo: El cadáver del piloto herido fue
trasladado para hacerle la necropsia de rigor .
Gracias a su
paso a la prensa, en El Occidente de Cali, fue a dar al periodismo judicial.
Comenzó a reconocer la sangre, a quererla y sacar noticia de ella, como también a
distinguir el olor de la muerte. Y se inauguró con una historia sensacional, a
la que bautizó La bella Judith .
Una mujer me
llamó y me dijo que de la casa de al lado salía un mal olor. Llegamos con el
fotógrafo, saltamos una tapia y encontramos el cadáver de una bella mujer
acuchillada 19 veces. Hicimos las fotos y cuando salimos le dijimos a la señora
que nos se preocupara, que tan solo era un gato muerto. La historia la
queríamos solo para nosotros, pero cuando la Policía supo que habíamos mentido,
nos pusieron presos .
Enfermizo
competidor.
Si algo lo
obsesiona es un sentido exacerbado por derrotar a la competencia. Cuando se
enteraba de un muerto, volaba a hacer la nota, y si aún no habían hecho el
levantamiento, se ofrecía a llevarlo a la morgue en el propio carro de El
Occidente. Cuando el redactor de El País llegaba, el muerto ya no estaba.
Hoy los periodistas se llaman para
darse las noticias por teléfono: Qué tenés vos . La competencia es la base de
este asunto, pues porque todos publicaríamos las mismas noticias grises, frías
y el mismo plano. Así se establece un mismo nivel de mediocridad, y eso se nota
, opina.
Su concepto
de rivalidad va más allá de los medios. En 1970, entró a Cromos y se encontró
con Juan Gossaín, con el que se peleaban las seis primeras páginas de la
revista.
Mandaba al
diablo al que fuera. Y no llegó más arriba porque, definitivamente, le faltaba
disciplina , dice Gossaín.
Y de tal
manera que una vez, el hoy director de Radio Sucesos, lo golpeó y Holguín, como
buen caleño barriobajero, lo persiguió por tres cuadras con un pico de vidrio
en la mano. Aunque Gossaín era su jefe, no lo echó: se entendían -dice Holguín-
porque se trataba de dos periodistas emocionales, explosivos y sensitivos.
Daniel Samper, su jefe en El
Pueblo, de Cali, recuerda que tuvo muy buena relación profesional con él:
Cualidad: no se varaba ante nada. Defecto: no se varaba ante nada. Quiero decir
que a veces estaba dispuesto a saltarse algunas normas inevitables del
periodismo con tal de traer la información. Había que tenerle el pie en el freno,
no en el acelerador .
Muchas veces
aplicó prácticas non santas, como hacerse pasar por un oficial de la Policía
para detener a los testigos de un crimen e interrogarlos o, algo más tenebroso,
armar como rompecabezas un cuerpo que había sido descuartizado en 17 partes
para poderle hacer una foto.
Un generador
de sensaciones. El mismo que hace cuatro años, junto con otros 91 reporteros,
firmó un manifiesto que enviaron a la Sociedad Interamericana de Prensa, en el
que proponían un tercer camino entre la prensa seria y la amarillista. Un
sensacionalismo que no inventara ni utilizara a niños y enfermos.
Qué se
necesita para ser buen reportero? Suerte, compañero. Reportero que salga a la
calle y no encuentre que estén asaltando un banco, no va a pasar nada con él ,
afirma.
Siendo director de El Bogotano,
una madrugada llegó la camioneta a buscarlo, pito y pito, pero Holguín no
salió. Se abrazó con su esposa de ese entonces (tiene 4 matrimonios) y dijo que
estaba aburrido de madrugar a las comisarias a ver apuñalados, que dejaba la
crónica roja.
Mentía.
Volvió y todavía está aquí.
A los 53
años, Henry Holguín se le medirá al reto de convertir a Vea en algo más que una
revista de destapes.
1- Así era la
Machaca, una inocente mariposa que Holguín convirtió en un mortal insecto
afrodiciaco.
2- Bormann y
Harmann, protagonistas de otra de las novelas de Holguín.
3- Haciendo
reportería en Cali. La figura de Holguín recuerda al también caleño Andrés
Caicedo, su amigo y con el que rumbeó en las épocas de los apartamentos de
solteros, del amor libre y sin el riesgo del sida.
4- Holguín dice que
los dos mejores cronistas de Colombia han sido Germán Castro Caicedo y Juan
Gossaín.
Publicación
eltiempo.com
Sección
Otros
Fecha de publicación
28 de julio de 2002
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