viernes, 17 de agosto de 2012

Un ecuatoriano hace historia en las montañas de Paquistán ¡Santiago Quintero se jugó la vida por salvar a canadiense!


Nuestro mas grande alpinista alcanzará- si Dios lo ayuda- su cuarto ocho mil este fin de semana. Hace unos días no pudo hacerlo. Pero valió la pena.

Por Henry Holguín
Fotos especiales para EXTRA

Estamos en Paquistán.
El viento helado penetra por los poros y cada bocanada de aire que se inhala es un trozo de hielo que se clava en tus pulmones.
Santiago García, ecuatoriano, ha liderado el ataque de 25 alpinistas de diversos países al Gasherbrum II a 8200 metros sobre el nivel del mar paquistaní.
Santiago, con sus ojos brillantes y su sonrisa contagiosa,se ha propuesto escalar todas las cimas superiores a 8 mil metros que hay en el mundo. El Gasherbrum es una de las más difíciles.
El primer ataque ha fallado. Los vientos de mas de 50 Klm. por hora y el frio de casi 30 grados bajo cero, derrotaron a este joven ecuatoriano quién trepa montañas peligrosas desde hace años pese a que perdió todos los dedos de sus pies por una gangrena helada.
Pero no se le nota.
Quién lo ve trepar entre la nieve, las rocas y el hielo, con su pinta de profeta bíblico y sus ojos de loco, no piensa- no puede pensar- que ante él está un auténtico héroe de las alturas, un alpinista profesional que dejó ya 10 dedos en ofrenda a la diosa montaña.
Esta vez, el cuarto monstruo de su lista se niega a dejarse conquistar.
El C2 ( Campamento dos ) ubicado a 6.400 metros de altura, está cubierto por un metro de nieve y barrido por los vientos helados.
Así es imposible pensar en llegar a lo alto del Gasherbrum e incluso díficil acceder al C3 ubicado a 7.000 metros, antesala de la cumbre.
Por ello, el ecuatoriano acompañado de otro alpinista de nombre Jampi, deciden llegar hasta el C2 avanzado y allí esperar la oportunidad de cumplir con  su meta.
A las 5 y 30 de la mañana, con 25 alpinistas detrás, Santiago Quintero abre la huella en busca de la cumbre helada.
Luchan durante horas entre la nieve que les llega
a los muslos, unidos todos por una cuerda y siguiendo las huellas que deja
nuestro paisano heroíco. A las 7 y 30 de la mañana llegan al C3 entre aplausos y felicitaciones a Santiago quién había dirigido al grupo con la eficiencia que se logra cuando uno trabaja en lo que ama.
Ya montadas las tiendas, Santiago se hidrató con te caliente, sin saber que estaba cometiendo un error que por poco lo derrota.
El te caliente en el organismo del ecuatoriano causó un efecto contrario: Fuertes ansias de vomitar y tremendas arcadas, mas un insólito dolor en el estómago hicieron pensar que Santiago regresaría enfermo y humillado.
Pero, ¿que puede detener a un alpinista que ha perdido los dedos de sus pies y sin embargo sigue escalando?
Ante el asombro de todos, Santiago se levantó como el ave fénix y paso tras paso sobre sus piernas temblorosas, doblado de dolor y bañado en sudor, el ecuatoriano heroíco comenzó a trepar en busca de su cuarto ocho mil.
Nadie sabe como lo hizo. Lo cierto es que olvidando el dolor, la fiebre y el deseo permanente de vomitar, Santiago Quintero llegó al Collado, una protuberancia ubicada a...¡solo 100 metros de la punta extrema del Gasherbrum !
Pero Santiago está acostumbrado a renunciar a la gloria para salvar la vida. Este es uno de los momentos mas difíciles para un alpinista, cuando araña la cima, la vé, la huele...pero sabe que si intenta llegar hay demasiadas posibilidades de que la helada muerte te acompañe.
Es allí donde se divide el alpinista profesional del emocional. Miles han muerto por sucumbir ante la cercanía del éxito. Quintero no.
El parte meteorológico, del cual viven pegados los alpinistas como los pilotos al radar, indica tiempo aceptable hasta las 13:00. Tienen tiempo suficiente para completar los 100 metros que faltan y regresar aun con luz del día envueltos en vientos de 25 kilómetros por hora.Pero en el Collado soplaba un verdadero huracán y 13 de los alpinistas deciden prudentemente regresar.
Quintero, junto a los otros 11 continúa ascendiendo penosamente en medio de la nieve que chuza como aguja impulsada por el viento.
Así llega a los 7900 metros. Y es entonces, cuando al lado de varios compañeros decide que, por hoy, ha llegado al final del camino.
García y sus compañeros se deslizaron hacia el C3. A esta altura, cada metro que se baja es un poco mas de aire para los agotados pulmones. Féliz y seguro de que al día siguiente alcanzará su cuarto 8 mil, Santiago se dispone a comer, dormir y descansar para estar preparado.
5:00 am. Un descansado Santiago Quintero es despertado por un grito. Un montañista canadiense lo llamaba desesperado: Mermi, uno de los miembros del equipo de Canadá amaneció con un mortal edema cerebral y había que bajarlo. Cada minuto a esa altura, lo acercaba a la muerte. Quintero llamó al campo base por su teléfono satelital, pero Gerfried, lider de los canadienses tenía su comunicador movil apagado.
Santiago es famoso por sus decisiones. Y esta vez tomó una. Sin pensarlo dos veces se lanzó al descenso hacia el C2 en busca de su porteador Asís para que le ayudara a salvar la vida de Mermi. Pero su fiel amigo estaba en estado de agotamiento total y afectado por la Hipoxia.
Para completar, el otro porteador con quién podría contar tenía ceguera de montaña un mal temporal que ataca en las alturas.
Ahora no era solo Mermi quién tenía que descender: En total eran tres, incluyendo a los porteadores.
Literalmente Santiago corre sobre el manto de nieve y en solo 40 minutos arriba al C2.
A quienes primero encontró fue a un grupo de suizos.Trató de conseguir su ayuda pero ellos ya estaban descendiendo al C1 y se negaron a ayudar.Pero le informaron a Santiago que en el C1 había oxígeno por lo que el ecuatoriano inició un nuevo y heroíco descenso, cada vez mas lejos de la cima anhelada.
-" No pensaba en los 8 mil- cuenta nuestro héroe con total sencilléz- solo en bajar a los 3 enfermos"
Hacia las 08h45 Gerfield - el líder canadiense- por fin contestó el teléfono satelital. Santiago le contó lo sucedido y el líder le dijo que el oxigeno estaba en la tienda de campaña del equipo japonés. Tras intensa búsqueda Santiago lo encontró pero le dió ganas de patear con sus pies mutilados las inútiles botellas: ¡ No tenía máscara para suministrar el oxígeno!
45 minutos después llegó un montañista japonés, que había ido hasta el C1 y le ayudó a buscar la mascará  que apareció milagrosamente en un rincón de una de las carpas. Con la mascara y las tres botellas de oxigeno ahora faltaba quién las subiera hasta el C3. Desesperado, Santiago pensó en hacerlo el mismo, pero el desgaste sería extremo y al final de cuentas no serían 3 las personas a bajar sino cuatro, por lo que desistió y convenció al porteador de los suizos de nombre Nisar para que le ayudara.Al mismo tiempo desde el Campo Base salía otro equipo al rescate.
Santiago derritió hielo y preparó agua para hidratarse mientras espera las noticias desde el C3. De pronto y como un fantasma apareció de entre la nieve Asís, su porteador en compañía del otro enfermo, con la visión al 5%. Juntos y con gran esfuerzo,  se ayudaron mutuamente y lograron  bajar desde esas alturas.
Luego de 14 largas horas de espera un equipo de franceses al mando de Pascal, un par de austriacos y parte de los canadienses, llegaron al C1 y medio con el montañista que padecía edema cerebral.
Al día siguiente bajando hacia el Campo Base Santiago se cruzó con Gerfried quien al verle se quitó las gafas y con lagrimas en los ojos le agradeció. Si Santiago hubiera decidido seguir tras esos 100 mtrs que le separaban de la cima, el oxigeno no hubiera llegado a tiempo.
Mientras escribo esta nota, el héroe ecuatoriano Santiago García espera una oportunidad para atacar nuevamente la montaña.
Está en el C3, a 7.000 metros de altura, mirando la montaña mientras paladea un te caliente. Sus ojos de halcón exploran la niebla.
¡Suerte y pulso campeón!

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